Fortaleza para actuar según el dictado de la moral y la razón. Revisado el 6 de septiembre de 2024
Desde una perspectiva cristiana en palabras de Leo J. Trese, la virtud es «[e]l hábito o cualidad permanente del alma que da inclinación, facilidad y prontitud para conocer y obrar el bien y evitar el mal». Como el ser humano puede ejercer su razón y el libre albedrío para el bien como para el mal, las virtudes aparecen como el reconocimiento de aquellos hábitos que conforme a la razón natural le permiten al ser, cumplir sus fines y alcanzar así su perfección. En términos aristotélicos, según Cabanellas quien cita a G. R. Morrow, «es aquel estado de una cosa que constituye su esencia peculiar y la torna apta para su adecuada función». Lo opuesto al mal, al vicio, la vagancia o la inactividad. Excelencia. Sin defecto, perfección. Motivo, causa o fundamento. Fuerza obligatoria legítima. Es innegable que las virtudes cardinales del catolicismo, prudencia, justicia, fortaleza y templanza, provienen o fueron fuertemente influenciadas por las cuatro virtudes estoicas, coraje, templanza, justicia y conocimiento, establecidas por Zenón de Citio, esto último, según Holiday y Hanselman. Ver: caridad, virtus.
Bibliografía
Ryan Holiday y Stephen Hanselman, Vida de los estoicos, Barcelona, Reverté, 2001, p. 9.
Cabanellas, G., «virtud», Diccionario Enciclopédico de Derecho Usual, Buenos Aires, Heliasta, 1981, t.8, p. 394.
Trese, L., trad. Joaquín Villanueva Poll, La fe explicada, Madrid, Rialp, 2003, p. 139.
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